LA ALIMENTACIÓN DE LA CLASE BAJA
La
alimentación es un tema muy complejo que involucra muchas aristas.
Este artículo no busca tratar en profundidad todos los temas, sino que pretende
dar un panorama general de los hábitos alimentarios en los sectores más vulnerables. Además, se van
a analizar las últimas políticas públicas impulsadas para fomentar la buena
alimentación.
El primer indicador
acerca de la alimentación en Argentina es la Canasta Básica de Alimentos (CBA).
Esta es un conjunto de productos que se consideran esenciales para la
subsistencia de una familia y se utiliza para fijar el valor monetario de una
línea de indigencia y de pobreza (con otros productos y
servicios básicos no alimentarios sumado al monto de la CBA). En consecuencia, además de ser un indicador de los
niveles nutricionales mínimos que debiera consumir una persona o familia,
también lo convierte en un instrumento económico.
El INDEC, organismo encargado de
medir la pobreza en Argentina, para la CBA seleccionó “los alimentos y las
cantidades en función de los hábitos de consumo de la población, a partir de la
información provista por la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHo)
1996/97”. El monto
de la CBA se obtiene a partir del valor más barato que se encuentren los
alimentos en el mercado y se actualiza en relación a la variación de los
precios, según el Índice de Precios al Consumidor (IPC).
Otra
herramienta alimenticia en nuestro país, más abocada a lo estrictamente
nutricional y menos contaminada en términos económicos y políticos, es la Guía Alimentaria para la Población Argentina
(GAPA). Las GAPA surgen en el
año 2000, como una obra colectiva en la que participaron profesionales
representantes de todas las provincias, para “generar comportamientos alimentarios y nutricionales
más equitativos y saludables para la población”.
Las diferencias entre ambos
indicadores resultan abismales. Mientras las GAPA recomiendas ingerir 2 o 3 frutas al día, con
los alimentos de la CBA no se podría ingerir ni siquiera 1 fruta al día. Las
GAPA impulsan el consumo de 3 porciones diarias de leche, yogurt y queso; pero
en la CBA hay una elevada cantidad de leche (9,270 g.) y bajo porcentaje de
quesos y yogurt (330 y 570 g. respectivamente). La CBA está compuesta en su
mayor parte por carbohidratos, con un consumo excesivamente alto de pan,
harinas y papas. Esta composición provee un exceso de calorías a partir de
alimentos de menor valor nutricional.
Estas
contradicciones llevaron a un grupo multidisciplinario de profesionales de distintas áreas a “poner a prueba el valor nutricional de
la Canasta que determina quién es pobre
y quién no en la Argentina”. El Proyecto Czekalinski que se está
realizando en la provincia de Córdoba, busca demostrar que la CBA es obsoleta y
debería remplazarse por los alimentos de las GAPA. Para ello 6 voluntarios se propusieron comer
solo los alimentos de la Canasta Basica, respetando las cantidades y el precio
de los alimentos, por un lapso de 6 meses.
Distribución de alimentos recomendada por las GAPA |
El balance del proyecto que comenzó en Septiembre está siendo desastroso. Claudia Albrecht y Florencia Demarchi, ambas licenciadas en nutrición, no resistieron el desafío. La primera bajó casi 3 kilos y la última 5, llegando a un límite de bajo peso que las obligó a abandonar el proyecto en 3 meses. “Las sensaciones fueron muchas y fueron mutando: tristeza, frustraciones, bronca, aburrimiento, dolor… pero ninguna partía desde el hambre. Comer pan todo el tiempo es aburrido, comer todo blanco es aburrido”, declaró Albercht a La Voz del Interior.
El director
del proyecto es Martín Maldonado, doctor en Ciencia Política, Investigador del
CONICET y experto en Pobreza e Inclusión Social. Maldonado contó que bajó cerca
de 6 kilos y evalúa si continuar con la prueba. “Tenés menos de una fruta al
día. Casi no hay legumbres. Los casi dos kilos de pollo del mes no son de
pechuga ni de pata-muslo, sino alitas y rancho, que casi no tienen carne. No
hay asado ni vacío, sino hueso con carne, que es pura grasa. La leche es
aguada. Todo así”, denunció el especialista en política.
En los
análisis, a los 3 les dieron altos los colesteroles, los triglicéridos y el
azúcar en sangre, y tuvieron síntomas de deshidratación. El director criticó la
doble postura que tiene el ministerio de salud en términos de nutrición. “El estado para la línea de pobreza del INDEC y para los planes alimentarios de los niños de todo el país, tiene una canasta básica de pésima calidad. Pero (te dicen) 'si usted tiene para pagar, y para pagar el doble, alimentece con esta (GAPA) que es la nutritiva' ”, declaró en América.
Por su parte,
Matías Scavuzzo, coordinador del grupo de nutrición, ya sacó algunas
conclusiones. “No pasaron hambre pero
perdieron libertad de elección y soberanía alimentaria: la posibilidad de
elegir qué y cuándo comer. Esto es algo que ocurre en la Argentina, en donde el
derecho a la alimentación está plasmado como un privilegio” sostuvo en
dialogo con Infobae.
Martín Maldonado, director del proyecto |
Los problemas de salud que sufrieron los voluntarios del proyecto por comer de la canasta básica, hacen que cualquiera se horrorice al enterarse que 514.273 hogares se encuentran bajo la línea de indigencia, porque ni si quiera pueden acceder a comprar estos alimentos (según el último relevamiento del INDEC a fines de septiembre). Si cambiamos la Canasta por una dieta de las GAPA como sugiere el proyecto, el monto de una canasta mensual se duplicaría y los números de pobres e indigentes se multiplicarían.
Ante este
contexto, el estado intervine para aliviar la carga de las personas con menos
recursos. Una de las medidas impulsadas por el gobierno actual es el plan de “Precios Cuidados”. Esta medida
regula el precio de productos de consumo
masivo. El plan fue criticado duramente por incluir a cervezas y a la marca
Coca-cola en su lista. El ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, justificó
la inclusión de estos productos. “La canasta busca reflejar un promedio de lo
que es el consumo de los hogares argentinos y muchos hogares consumen ese tipo
de bebidas”, dijo en declaraciones a Radio Mitre. "No estamos pensando en
penalizar consumos, pensamos en cuidar los precios”, agregó el ministro.
Por otro
lado, otra medida implementada por el actual gobierno es la “Tarjeta Alimentaria”, enmarcada en
el plan “Argentina contra el hambre”. Esta tarjeta de débito les
otorga entre 4 mil y 6 mil pesos a los
beneficiarios, exclusivamente para comprar alimentos. Con la misma se puede adquirir cualquier
producto alimenticio a excepción de bebidas alcohólicas. La iniciativa también
genera críticas por el hecho de poder comprar con esta tarjeta productos no
recomendados como gaseosas, chocalates, productos altamente procesados, altos
en grasas, etc. Incluso algunos manifiestan su malestar porque se pueden
comprar estos productos con sus primeras marcas, cosa que consideran un lujo
innecesario que no merece la ayuda del gobierno.
Coca-cola aparece en "Precios Cuidados" desde este año |
De lo dicho surgen
interrogantes que seguramente estén más determinadas por posturas ideológicas
que por lo estrictamente científico. Planteado de una forma extrema la pregunta
podría ser: ¿El estado debería gastar
sus recursos para que un pobre tome Coca-cola? Como el objetivo del
artículo no es influenciar ideologías no pretendemos responder ese tipo de preguntas.
Lo cierto es
que los nutricionistas no suelen
prohibir el consumo de ningún producto y sus mayores preocupaciones pasan
por otro lado. Quizás un interrogante más pertinente desde el punto de vista
científico sea: ¿El estado genera
hábitos de consumo saludables para aprovechar el dinero que se invierten en la
regulación de los precios? Como se viene mostrando, tradicionalmente las políticas públicas
en materia de alimentación se han basado más en hábitos de
consumo que en educación alimentaria.
De la última
pregunta se desprende otra interrogante de forma inmediata. ¿Se puede lograr esto en un contexto de crisis y lucha contra el
hambre? Precisamente en la respuesta a esta pregunta trabajan en la Diplomatura en Alimentación y Cultura
Saludable para cocineras de merenderos y comedores comunitarios, de la
Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). Su acción busca acompañar las
políticas contra el hambre y democratizar la conciencia sobre la comida sana,
utilizando comidas ricas en nutrientes a precios accesibles.
Primera promoción de la Diplomatura en Alimentación y Cultura Saludable |
Guillermo Suárez, el coordinador del
comedor universitario saludable Mensa y la Diplomatura (ambos) de la UNSAM, empezó
a gestionar el comedor en 2015. “No
hacen falta más hospitales y más médicos, hace falta cambiar nuestra
alimentación. El hambre no se sacia
solo con la panza llena. El hambre requiere de un buen comer. Nuestros menús
proponen un 50% de carbohidratos, un 35 % de grasas y un 15% de proteínas.”
aseguró el nutricionista a la Revista Anfibia.
En el comedor Mensa todos comen lo
mismo, desde el rector hasta los estudiantes becados del secundario. “Acá no les damos un menú de
estudiante, pobre, ultraprocesado, hipercalórico. Y el cuerpo se vuelve más
lúcido, te cambia el humor, la alegría, tenés más energía, más claridad. No tenés que ir a un terapeuta, le digo
al que me pregunta, tenés que desintoxicarte”, proclamó Suarez.
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