LA ALIMENTACIÓN DE LA CLASE BAJA

by - enero 29, 2020



La alimentación es un tema muy complejo que involucra muchas aristas. Este artículo no busca tratar en profundidad todos los temas, sino que pretende dar un panorama general de los hábitos alimentarios  en los sectores más vulnerables. Además, se van a analizar las últimas políticas públicas impulsadas para fomentar la buena alimentación.

El primer indicador acerca de la alimentación en Argentina es la Canasta Básica de Alimentos (CBA). Esta es un conjunto de productos que se consideran esenciales para la subsistencia de una familia y se utiliza para fijar el valor monetario de una línea de indigencia y de pobreza (con otros productos y servicios básicos no alimentarios sumado al monto de la CBA). En consecuencia, además de ser un indicador de los niveles nutricionales mínimos que debiera consumir una persona o familia, también lo convierte en un instrumento económico.

El INDEC, organismo encargado de medir la pobreza en Argentina, para la CBA seleccionó “los alimentos y las cantidades en función de los hábitos de consumo de la población, a partir de la información provista por la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHo) 1996/97”. El monto de la CBA se obtiene a partir del valor más barato que se encuentren los alimentos en el mercado y se actualiza en relación a la variación de los precios, según el Índice de Precios al Consumidor (IPC).

Otra herramienta alimenticia en nuestro país, más abocada a lo estrictamente nutricional y menos contaminada en términos económicos y políticos, es la Guía Alimentaria para la Población Argentina (GAPA).  Las GAPA surgen en el año 2000, como una obra colectiva en la que participaron profesionales representantes de todas las provincias, para “generar comportamientos alimentarios y nutricionales más equitativos y saludables para la población”.

Las diferencias entre ambos indicadores resultan abismales. Mientras las GAPA recomiendas ingerir 2 o 3 frutas al día, con los alimentos de la CBA no se podría ingerir ni siquiera 1 fruta al día. Las GAPA impulsan el consumo de 3 porciones diarias de leche, yogurt y queso; pero en la CBA hay una elevada cantidad de leche (9,270 g.) y bajo porcentaje de quesos y yogurt (330 y 570 g. respectivamente). La CBA está compuesta en su mayor parte por carbohidratos, con un consumo excesivamente alto de pan, harinas y papas. Esta composición provee un exceso de calorías a partir de alimentos de menor valor nutricional. 

Estas contradicciones llevaron a un grupo multidisciplinario de profesionales de distintas áreas a “poner a prueba el valor nutricional de la  Canasta que determina quién es pobre y quién no en la Argentina”. El Proyecto Czekalinski que se está realizando en la provincia de Córdoba, busca demostrar que la CBA es obsoleta y debería remplazarse por los alimentos de las GAPA.  Para ello 6 voluntarios se propusieron comer solo los alimentos de la Canasta Basica, respetando las cantidades y el precio de los alimentos, por un lapso de 6 meses.

Distribución de alimentos recomendada por las GAPA

El balance del proyecto que comenzó en Septiembre está siendo desastroso.
Claudia Albrecht y Florencia Demarchi, ambas licenciadas en nutrición, no resistieron el desafío. La primera bajó casi 3 kilos y la última  5, llegando a un límite de bajo peso que las obligó a abandonar el proyecto en 3 meses. “Las sensaciones fueron muchas y fueron mutando: tristeza, frustraciones, bronca, aburrimiento, dolor… pero ninguna partía desde el hambre. Comer pan todo el tiempo es aburrido, comer todo blanco es aburrido”, declaró Albercht a La Voz del Interior.

El director del proyecto es Martín Maldonado, doctor en Ciencia Política, Investigador del CONICET y experto en Pobreza e Inclusión Social. Maldonado contó que bajó cerca de 6 kilos y evalúa si continuar con la prueba. “Tenés menos de una fruta al día. Casi no hay legumbres. Los casi dos kilos de pollo del mes no son de pechuga ni de pata-muslo, sino alitas y rancho, que casi no tienen carne. No hay asado ni vacío, sino hueso con carne, que es pura grasa. La leche es aguada. Todo así”, denunció el especialista en política.

En los análisis, a los 3 les dieron altos los colesteroles, los triglicéridos y el azúcar en sangre, y tuvieron síntomas de deshidratación. El director criticó la doble postura que tiene el ministerio de salud en términos de nutrición. “El estado para la línea de pobreza del INDEC y para los planes alimentarios de los niños de todo el país, tiene una canasta básica de pésima calidad. Pero (te dicen) 'si usted tiene para pagar, y para pagar el doble, alimentece con esta (GAPA) que es la nutritiva' ”, declaró en América.

Por su parte, Matías Scavuzzo, coordinador del grupo de nutrición, ya sacó algunas conclusiones. “No pasaron hambre pero perdieron libertad de elección y soberanía alimentaria: la posibilidad de elegir qué y cuándo comer. Esto es algo que ocurre en la Argentina, en donde el derecho a la alimentación está plasmado como un privilegio” sostuvo en dialogo con Infobae.

Martín Maldonado, director del proyecto

Los problemas de salud que sufrieron los voluntarios del proyecto por comer de la canasta básica, hacen que cualquiera se horrorice al enterarse que 514.273 hogares se encuentran bajo la línea de indigencia, porque ni si quiera pueden acceder a comprar estos alimentos (según el último relevamiento del INDEC a fines de septiembre). Si cambiamos la Canasta por una dieta de las GAPA como sugiere el proyecto, el monto de una canasta mensual se duplicaría y los números de pobres e indigentes se multiplicarían.

Ante este contexto, el estado intervine para aliviar la carga de las personas con menos recursos. Una de las medidas impulsadas por el gobierno actual es el plan de “Precios Cuidados”. Esta medida regula el precio de productos de consumo masivo. El plan fue criticado duramente por incluir a cervezas y a la marca Coca-cola en su lista. El ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, justificó la inclusión de estos productos. “La canasta busca reflejar un promedio de lo que es el consumo de los hogares argentinos y muchos hogares consumen ese tipo de bebidas”, dijo en declaraciones a Radio Mitre. "No estamos pensando en penalizar consumos, pensamos en cuidar los precios”, agregó el ministro.

Por otro lado, otra medida implementada por el actual gobierno es la “Tarjeta Alimentaria”, enmarcada en  el plan “Argentina contra el hambre”. Esta tarjeta de débito les otorga  entre 4 mil y 6 mil pesos a los beneficiarios, exclusivamente para comprar alimentos.  Con la misma se puede adquirir cualquier producto alimenticio a excepción de bebidas alcohólicas. La iniciativa también genera críticas por el hecho de poder comprar con esta tarjeta productos no recomendados como gaseosas, chocalates, productos altamente procesados, altos en grasas, etc. Incluso algunos manifiestan su malestar porque se pueden comprar estos productos con sus primeras marcas, cosa que consideran un lujo innecesario que no merece la ayuda del gobierno. 

Coca-cola aparece en "Precios Cuidados" desde este año
De lo dicho surgen interrogantes que seguramente estén más determinadas por posturas ideológicas que por lo estrictamente científico. Planteado de una forma extrema la pregunta podría ser: ¿El estado debería gastar sus recursos para que un pobre tome Coca-cola? Como el objetivo del artículo no es influenciar ideologías no pretendemos responder ese tipo de preguntas.  

Lo cierto es que los nutricionistas no suelen prohibir el consumo de ningún producto y sus mayores preocupaciones pasan por otro lado. Quizás un interrogante más pertinente desde el punto de vista científico sea: ¿El estado genera hábitos de consumo saludables para aprovechar el dinero que se invierten en la regulación de los precios? Como se viene mostrando, tradicionalmente las políticas públicas en materia de alimentación se han basado más en hábitos de consumo que en educación alimentaria.

De la última pregunta se desprende otra interrogante de forma inmediata. ¿Se puede lograr esto en un contexto de crisis y lucha contra el hambre? Precisamente en la respuesta a esta pregunta trabajan en la Diplomatura en Alimentación y Cultura Saludable para cocineras de merenderos y comedores comunitarios, de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). Su acción busca acompañar las políticas contra el hambre y democratizar la conciencia sobre la comida sana, utilizando comidas ricas en nutrientes a precios accesibles.

Primera promoción de la Diplomatura en Alimentación y Cultura Saludable


Guillermo Suárez, el coordinador del comedor universitario saludable Mensa y la Diplomatura (ambos) de la UNSAM, empezó a gestionar el comedor en 2015. “No hacen falta más hospitales y más médicos, hace falta cambiar nuestra alimentación. El hambre no se sacia solo con la panza llena. El hambre requiere de un buen comer. Nuestros menús proponen un 50% de carbohidratos, un 35 % de grasas y un 15% de proteínas.” aseguró el nutricionista a la Revista Anfibia. 

En el comedor Mensa todos comen lo mismo, desde el rector hasta los estudiantes becados del secundario. “Acá no les damos un menú de estudiante, pobre, ultraprocesado, hipercalórico. Y el cuerpo se vuelve más lúcido, te cambia el humor, la alegría, tenés más energía, más claridad. No tenés que ir a un terapeuta, le digo al que me pregunta, tenés que desintoxicarte”, proclamó Suarez.

La iniciativa que pregona la UNSAM demuestra que es posible llevar una alimentación saludable incluso en un contexto de urgencia. En el marco actual de nuestro país, donde hay un alto índice de pobreza y muchos chicos mueren de desnutrición, esperamos que este complejo problema sea encarado desde el camino correcto: fomentando la educación alimentaria y brindando más lugar para los profesionales en nutrición.

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